A todos nos ha pasado por la cabeza matar un político
Visualizad que con solo quererlo, podemos estar en otro
momento, en el futuro, un futuro no demasiado lejano, Imaginaros que podéis
trasladaros a un instante especial, que sois protagonistas de un suceso que en
el presente y haciendo acopio de vuestra educación y los valores inculcados, no
nos involucraríamos. Estoy segura de que lo habréis hecho infinidad de veces y
os habéis visto como héroes, millonarios, amantes de algún personaje famoso,
inventando alguna cosa que revolucionaría el mundo, os habéis imaginado siendo
"the fucking masters of the universe". ¿cierto? Seguro que sí,
también yo he pensado que soy lo más del mundo, la más hermosa, la más alta, la
más de los más.
Pero una vez, tuve un " polítical mind
fart" que se relacionaba con una pregunta que me he hecho desde que
empecé a empaparme de la situación socio-política y económica en España: ¿cómo
es que nadie se ha levatando un día con la firme intención de acabar con la
fuente de sus problemas y desventuras? ¿cómo es que nadie ha cogido un arma y
luego de muchas prácticas de tiro al blanco, le apuntó a la cabeza a uno de los
políticos que están haciendo miserable la existencia de cientos de miles de
ciudadanos?
Un día, me imaginé que había una persona, que sería una
mujer joven, no demasiado joven, que un día, sintiendo que ya no tenía nada que
perder, haría algo que nadie cercano a ella podría imaginar que sería capaz de
hacer. Esta mujer se llama Elsa, porque me pareció un nombre apropiado para una
mujer que un día decide llevar a cabo lo que millones han fantaseado: atentar y
de ser posible, matar al presidente y a uno de sus colaboradores de
gobierno.
Esta mujer no es capaz de pensar en otra cosa y un día se
decide hacerlo. Mientras está en su aburrido y mal pagado trabajo, Elsa hace un
bosquejo de su plan, piensa una y otra vez en la forma de hacerse con una
pistola, lo que no resultaría nada complicado si estuviese dispuesta a
compartir su plan con su ex marido que casualmente tiene un arma. No, con ese
hombre menos que con ninguno, es un gilipollas patriótico, es capaz de
denunciarla. Sonríe cuando se da cuenta de que no tiene hijos y que nadie de su
familia tendría que sufrir las consecuencias, a su único hermano, Javier, no le
contaría nada por su propio bien, pero tendría que buscar la forma de hacerse
con un arma con la que pudiera hacer un disparo certero a una distancia
media.
Mi asesina es una mujer normal, es una de millones de
personas que dejaron madurar la locura de matar al presidente del país. Elsa no
piensa en el impacto que un acto así tendría en ella misma, solo piensa que le
haría un favor a todo el país, porque no sólo piensa acabar con él, también con
aquel al que nombre sucesor. Lo más probable es que querrá repetir legislatura.
Se dice fácil, pero una voz en su cabeza le dice que no lo
será. Lo cierto es que debe darse prisa, no falta mucho para que arranque toda
esa carrera demencial de partidos políticos para alcanzar el poder.
Elsa siente curiosidad por saber qué es lo que pasa por la
cabeza de los otros aspirantes a gobernar, tal vez tenga ocasión de
preguntarles.
Bien, pues es momento de comenzar el relato.
Girad la perilla y colocadla en las semanas previas a las
elecciones generales. Imaginaros a una mujer bajita de unos 40 años, cabello
castaño oscuro, corto y rizado, ojos grandes, del color de las aceitunas, de
frente amplia, la cara ovalada, cejas pobladas, la boca mediana y llena que al
abrirse muestra una dentadura bien cuidada pero con amalgamas y algún diente
torcido. Delgada más no flaca, con poca cintura y las caderas escurridas
montadas en un par de piernas bien ejercitadas.
Elsa lleva varios meses entrenando, perfilando su plan.
Consiguió el arma usando todos sus ahorros y haciéndose pasar por otra
persona.
Frente al espejo, esta vengadora urbana, prepara su
transformación con maquillaje profesional. Una y otra vez, pone la mano en un
maletín metálico y oscuro. Comienza colocándose una peluca que simule media
calva, se pone un bronceador en crema y cubre el verde de sus ojos con
lentillas oscuras. A su pequeña y afilada nariz la convirtió en una nariz chata
y gruesa, sus dientes blancos se hicieron amarillentos y se coloca una cicatriz
en el mentón que pueda ser mencionada en un retrato hablado. Su pecho de copa
80 fue aplanado por unas vendas y en sus hombros, una camisa con hombreras le
hace más corpulenta. Se coloca un jersey que recogió de un contenedor de esos
en los que la gente pone ropa vieja, y unos vaqueros. El poco cabello de su
peluca tiene canas. Se bronceó las manos y se las quedó mirando con
preocupación pensando que así como hay gente que tiene memoria fotográfica para
los rostros y rasgos particulares, hay gente, como ella, que nunca olvida unas
manos. Procuraría no mostrarse demasiado. Se contempló en el espejo de cuerpo
completo durante largos minutos. Aún faltaba la barba postiza. Había recogido
cabello de un compañero de trabajo al que había cortado el pelo hacía unos
días. Le habían dicho que el pelo natural era mejor y si era de hombre, más, el
pegamento especial fijaba mejor los recortes de pequeños pelitos que harían la
vez de una barba descuidada y entrecana, como lo era el cabello de su
compañero.
Su corazón late rápidamente, pero está segura de lo que está
haciendo aunque no las tiene todas consigo en lo que toca al desarrollo de su
plan.
Elsa está lista para cometer lo que penalmente se llama
"magnicidio" y está convencida de que hace lo correcto. Dadas las
circunstancias, le parece evidente que nadie más ha tenido los santos cojones
de pararle - así, de forma definitiva - los pies a ese grupúsculo de pseudo
políticos que han ido cargándose no solo la estabilidad social y económica del
país, sino la dignidad y el respeto que los ciudadanos tenían de sí mismos.
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